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Cancellara escribe la historia sobre los adquines de Flandes

5 abril 2010

El suizo consigue su tercer monumento en una carrera que pasará a la historia por su excepcional ascensión del Kappelmuur, la dificultad más mítica de la carrera

Así se escribe la historia, sobre los lugares trascendentales que en ciclismo separan a los corredores buenos de los que tienen un lugar reservado en el Olimpo ciclista. Desde las 9.15 de la mañana, fría y húmeda, cuando el grueso del pelotón partía desde Brujas en busca de los 260 kilómetros que le separaba de la meta en Meerbeke, se tenía la constancia de que el Kappelmuur decidiría, como es casi normal fiel a la carrera, quién podría o no ganar De Ronde van Vlaanderen. Antes de ello, la escapada del día, formada por Michele Merlo (Footon-Servetto), Mickael Ignatiev (Katusha), Olivier Bonnaire (BBox), David Boucher (Landbouwkrediet), Nicolas Rousseau (AG2R), Joost van Leijen (Vacansoleil), Floris Goesinnen (Skil-Shimano) y Vicente Garcia Acosta (Caisse d’Epargne), tomaban una ventaja de más de 10 minutos durante el terreno más asequible de la carrera, para luego perderla mientras se sucedían los muros que jalonaban una de las carreras más esperadas del año.

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